La trashumancia se define como un tipo de ganadería que es móvil, adaptándose en el espacio a zonas de productividad cambiante. Se diferencia del nomadismo, en el que los lugares de pastoreo en cada estación son fijos. Se calcula que esta actividad, sumada a la de la ganadería nómada, ocupa a unos 100-200 millones de personas en el mundo; los terrenos explotados bajo estos sistemas representan aproximadamente 30 millones de km², el doble de las tierras dedicadas a la agricultura.
Este tipo de ganadería tiene grandes ventajas, como el aumento de la fertilidad de los suelos, que se benefician con la incorporación de estiércol y otros vegetales. En España, por ejemplo, muchos bosques se han conservado gracias al paso del ganado. Los animales también contribuyen a la lucha contra los incendios, ya que tienen como alimentos materiales muy combustibles.